Parecía que habíamos llegado pero no, solo hubo un intento, la historia continuará...
Al día siguiente, a la hora señalada, me encontraba detrás de los almirales, esperando a mi adversario, que no tardó en llegar.
- Pueden encontrarnos; es mejor que nos demos prisa.
Nos despojamos de las guerreras, y quedándonos sólo en camisa, desnudamos las espadas.
En aquel momento apareció por detrás de los almirales Iván Ignátich con cinco inválidos (soldados veteranos) y nos comunicó la orden de que compareciéramos ante el comandante.
Obedecimos de mala gana, y nos pusimos en marcha detrás de Iván Ignátich, que nos conducía con gran solemnidad y marcando el paso, haciendo ostentación de importancia.
Entramos en la casa del comandante. Aquí Iván Ignátich abrió la puerta, anunciando solemnemente: “¡Aquí los traigo!”.
Vasilia Yegórovna salió a nuestro encuentro, exclamando:
- ¡Dios mío! ¡Señores! ¡Qué es esto! ¡Cómo es posible! ¡Querer matarse en nuestra fortaleza! ¡Iván Kusmich, arréstalos inmediatamente! ¡A ver, Piotr Andréyevich, Aléxei Ivánovich, depongan sus espadas, depónganlas rápido! ¡Palashka, lleva estas espadas al desván! Piotr Andréyevich, no esperaba esto de ti ¿No te da vergüenza? Que sea Alexei Ivánovich, que le echaron de la guardia por una muerte, y además no cree en Dios, pase, ¡pero tu!, ¡también tu!
Iván Kusmich aprobaba todo cuanto decía su esposa, y añadió:
- Además, Vasilia Yegorovna, el duelo está terminantemente prohibido por las ordenanzas militares.
Entretanto, Palashka había cogido las espadas y las había llevado al desván, y aunque Shvabrin se mantenía imperturbable, yo no pude menos que reírme.
- Con todo el respeto que siento por usted – dijo este último, dirigiéndose a Vasilia con gran frialdad -, he de decirle que es inútil que se preocupe de nosotros. Tenga la bondad de dejarlo en manos de Iván Kusmich, es a él… a quien le incumbe.
- ¡Dios mío! – repuso la mujer del comandante -. ¿Acaso el marido y la mujer no son una misma alma y un mismo cuerpo? ¡Iván Kusmich! ¿A qué esperar? ¡Ponlos en el acto en diferentes calabozo, a pan y agua, para que recobren el juicio; y que venga el padre Guerásim y les imponga una penitencia pública, para que pidan perdón a Dios y se arrepientan públicamente!
Aunque mi debilidad, por razones logicas, se oriente hacia los duelos franceses barrocos, los rusos tambien tienen un encanto especial, con la sonoridad de los nombres y esos uniformes tan bonitos.
ResponderEliminarHasta que llegó la pistola a estropearlo todo!
Buenas noches, monsieur
Bisous
¡Duelos de honor! Me encanta.
ResponderEliminarVAYA POR DIOS, QUE ME QUEDO SIN DUELO...
ResponderEliminarEN FIN, APELEMOS A LA CORDURA Y ALEGRÉMONOS DE QUE NO HUBIERA DERRAMAMIENTO DE SANGRE, AUNQUE ME TEMO QUE ESTO NO QUEDE ASÍ. ME EQUIVOCO?
SALUDOS CABALLERO
Mme, claro que los duelos franceses tienen otro ingrediente, no se, mas refinados, coincido con usted.
ResponderEliminarMme Maupin, bienvenida y espero que disfrute de las lecturas.
Mme Akasha, claro que no quedará así, ya llegará, no se preocupe.
Vaya giro que va tomando la historia, quedo a la espectativa.
ResponderEliminarsaludos monsieur.