No era un buen día para morir. Estaba nublado. A
las 5.58, 28 minutos después del amanecer del domingo 3 de noviembre de 1968, los duelistas llegaron
a la quinta de Monte Chingolo, sobre la calle Caagazú, con sus padrinos. Sería
el último duelo ocurrido en la Argentina.
Minutos después se bajó de un Valiant negro Escipión Ferretto, instructor de esgrima del Colegio Militar. Llevaba los sables que se usarían. De hecho, él sería el juez del lance.
Los duelistas eran el almirante Ignacio Benigno Varela y el abogado, político, legislador, y periodista Yolivan Biglieri. Fue el último duelo en la Argentina.
¿Qué había pasado para llegar a tal extremo? Algo más de dos años antes, una Junta Revolucionaria integrada por Varela, el general Pascual Pistarini y el brigadier Arnaldo Alvarez derrocó al presidente constitucional Arturo Illia. Días después asumiría el general Juan Carlos Onganía. Biglieri, que dirigía un diario en Lanús llamado Autonomía, trató a Varela de traidor pues había declarado su lealtad a Illia poco antes de derrocarlo.
Varela, ofendido, consideró que la única manera de lavar su honor era enfrentarse a Biglieri y éste aceptó. El ofendido es el que tiene derecho a elegir las armas, según el Código de Honor. Pero siendo uno de los duelistas un civil, es éste el que tiene el privilegio. Pero el periodista, que también fuera presidente de Lanús, lo cedió porque quería designar el lugar: tenía miedo de que lo llevaran a un buque.
El arma elegida fue el sable de esgrima con empuñadura, con filo en la hoja y sin punta. La estocada estaba prohibida.
A las 6.10 había luz suficiente. El juez señaló a Varela y Biglieri que el duelo no sería "a primera sangre" sino hasta que las heridas recibidas impidieran continuar a uno o a los dos. Entregó los sables y les ordenó quedarse con los torsos desnudos.
Se harían dos minutos de combate por tres de descanso. A las 6.12 el juez dio la clásica orden: "¡A Ustedes!". Con los padrinos e invitados había unas 20 personas mirando, más los periodistas escondidos en la quinta.
En el primer ataque, Biglieri le hizo un corte en la oreja derecha a Varela y, en otra carga, lo cortó en el brazo derecho. Pero Varela alcanzó al periodista en la mano. Ahí volaron los lentes de Biglieri. En el segundo asalto el almirante hirió a su rival en un pómulo. Ya los dos se mostraban cansados. Hubo otro corte que recibió Biglieri en el torso, pero el marino se llevó una herida en el costado.
Al reanudarse el combate, Biglieri lastimó en el pecho y hasta hizo caer el arma de la mano de Varela. Entonces, los dos fueron revisados por los médicos. Decidieron que ya no podían seguir. El duelo duró 20 minutos. No hubo reconciliación.
A pesar de que los contendientes habían pactado mantener en secreto el lugar del desafío, igual trascendió. Basta decir que el combate se debió suspender unos minutos para desalojar a los periodistas que había, escondidos, dentro de la quinta.
Un juez de La Plata pidió a la Policía que hiciera las averiguaciones. ¿Por qué? Porque el duelo es un delito. Pero no se llegó a nada y nadie fue sancionado.
Cómo tratar el duelo depende de la mayor o menor fuerza con que persisten ciertas costumbres: se lo puede declarar impune; se lo puede considerar delito leve; o se lo puede castigar según el resultado que cause: si son heridas habrá delito de lesiones y si se causa la muerte habrá homicidio.
En el Código Penal argentino el duelo es un delito con pena menor. Acaso a esta altura de los tiempos y del desarrollo social y cultural sea necesario pensar en pasar a la tercera y última posibilidad. En otras palabras, eliminar el delito y atenerse sólo a los resultados que se causen.
Las penas actuales son de hasta seis meses si no hay lesiones o si son leves; y hasta cuatro años si hay lesiones graves o la muerte, siempre y cuando los rivales se hayan batido con intervención de padrinosque elijan las armas y arreglen las condiciones del desafío. El combate debe estar motivado siempre por cuestiones de honor.
Al enfrentamiento realizado según estas circunstancias se lo llama "duelo regular". Los padrinos no son punibles, ni el juez ni los médicos ni los testigos. La razón es sencilla: si son los que ponen las condiciones para que los daños sean atenuados, sería contradictorio castigar a un partícipe cuya presencia la propia ley considera necesaria para aminorar la pena.
El duelo fue condenado por el Concilio de Trento de 1562 y desde entonces pasó a ser una forma privada de dirimir contiendas. Así continúa.
El honor masculino es tan importante para la ley que si alguien reta a duelo por causas económicas la pena será mayor.
El Congreso Nacional ha derogado el infanticidio, un homicidio atenuado que cometía la mujer que mataba a su bebé para ocultar su deshonra y en estado de alteración psíquica postparto, con el argumento de que en la era moderna "el honor de la mujer no entra en la sala de parto". Es, pues, evidente cuál es el honor que vale.
Minutos después se bajó de un Valiant negro Escipión Ferretto, instructor de esgrima del Colegio Militar. Llevaba los sables que se usarían. De hecho, él sería el juez del lance.
Los duelistas eran el almirante Ignacio Benigno Varela y el abogado, político, legislador, y periodista Yolivan Biglieri. Fue el último duelo en la Argentina.
¿Qué había pasado para llegar a tal extremo? Algo más de dos años antes, una Junta Revolucionaria integrada por Varela, el general Pascual Pistarini y el brigadier Arnaldo Alvarez derrocó al presidente constitucional Arturo Illia. Días después asumiría el general Juan Carlos Onganía. Biglieri, que dirigía un diario en Lanús llamado Autonomía, trató a Varela de traidor pues había declarado su lealtad a Illia poco antes de derrocarlo.
Varela, ofendido, consideró que la única manera de lavar su honor era enfrentarse a Biglieri y éste aceptó. El ofendido es el que tiene derecho a elegir las armas, según el Código de Honor. Pero siendo uno de los duelistas un civil, es éste el que tiene el privilegio. Pero el periodista, que también fuera presidente de Lanús, lo cedió porque quería designar el lugar: tenía miedo de que lo llevaran a un buque.
El arma elegida fue el sable de esgrima con empuñadura, con filo en la hoja y sin punta. La estocada estaba prohibida.
A las 6.10 había luz suficiente. El juez señaló a Varela y Biglieri que el duelo no sería "a primera sangre" sino hasta que las heridas recibidas impidieran continuar a uno o a los dos. Entregó los sables y les ordenó quedarse con los torsos desnudos.
Se harían dos minutos de combate por tres de descanso. A las 6.12 el juez dio la clásica orden: "¡A Ustedes!". Con los padrinos e invitados había unas 20 personas mirando, más los periodistas escondidos en la quinta.
En el primer ataque, Biglieri le hizo un corte en la oreja derecha a Varela y, en otra carga, lo cortó en el brazo derecho. Pero Varela alcanzó al periodista en la mano. Ahí volaron los lentes de Biglieri. En el segundo asalto el almirante hirió a su rival en un pómulo. Ya los dos se mostraban cansados. Hubo otro corte que recibió Biglieri en el torso, pero el marino se llevó una herida en el costado.
Al reanudarse el combate, Biglieri lastimó en el pecho y hasta hizo caer el arma de la mano de Varela. Entonces, los dos fueron revisados por los médicos. Decidieron que ya no podían seguir. El duelo duró 20 minutos. No hubo reconciliación.
A pesar de que los contendientes habían pactado mantener en secreto el lugar del desafío, igual trascendió. Basta decir que el combate se debió suspender unos minutos para desalojar a los periodistas que había, escondidos, dentro de la quinta.
Un juez de La Plata pidió a la Policía que hiciera las averiguaciones. ¿Por qué? Porque el duelo es un delito. Pero no se llegó a nada y nadie fue sancionado.
Cómo tratar el duelo depende de la mayor o menor fuerza con que persisten ciertas costumbres: se lo puede declarar impune; se lo puede considerar delito leve; o se lo puede castigar según el resultado que cause: si son heridas habrá delito de lesiones y si se causa la muerte habrá homicidio.
En el Código Penal argentino el duelo es un delito con pena menor. Acaso a esta altura de los tiempos y del desarrollo social y cultural sea necesario pensar en pasar a la tercera y última posibilidad. En otras palabras, eliminar el delito y atenerse sólo a los resultados que se causen.
Las penas actuales son de hasta seis meses si no hay lesiones o si son leves; y hasta cuatro años si hay lesiones graves o la muerte, siempre y cuando los rivales se hayan batido con intervención de padrinosque elijan las armas y arreglen las condiciones del desafío. El combate debe estar motivado siempre por cuestiones de honor.
Al enfrentamiento realizado según estas circunstancias se lo llama "duelo regular". Los padrinos no son punibles, ni el juez ni los médicos ni los testigos. La razón es sencilla: si son los que ponen las condiciones para que los daños sean atenuados, sería contradictorio castigar a un partícipe cuya presencia la propia ley considera necesaria para aminorar la pena.
El duelo fue condenado por el Concilio de Trento de 1562 y desde entonces pasó a ser una forma privada de dirimir contiendas. Así continúa.
El honor masculino es tan importante para la ley que si alguien reta a duelo por causas económicas la pena será mayor.
El Congreso Nacional ha derogado el infanticidio, un homicidio atenuado que cometía la mujer que mataba a su bebé para ocultar su deshonra y en estado de alteración psíquica postparto, con el argumento de que en la era moderna "el honor de la mujer no entra en la sala de parto". Es, pues, evidente cuál es el honor que vale.
4 comentarios:
Monsieur, qué bueno que vuelve a aparecer! Me preocupaba su prolongada ausencia. Espero que esté bien.
Vaya, de modo que hubo duelos aún en la década de los 60! Y parece que no se castigan tan severamente como en otros tiempos en los que había edictos que podían condenar a muerte al duelista.
Feliz día
Bisous
Monsieur, qué bueno que vuelve a aparecer! Me preocupaba su prolongada ausencia. Espero que esté bien.
Vaya, de modo que hubo duelos aún en la década de los 60! Y parece que no se castigan tan severamente como en otros tiempos en los que había edictos que podían condenar a muerte al duelista.
Feliz día
Bisous
Un gusto volver a leerle.
Como siempre muy interesante lo que nos cuenta.
Me ha sorprendido la fecha del último duelo. Casi anteayer. Pensaba que los duelos habían quedado a principios de siglo XX.
El que nos ofrezca el desarrollo del duelo, los participantes, consecuencias, y sobretodo los porqués me ha encantado.
Gracias.
un placer saludarlas! en lo personal pienso lo mismo, creía que era algo de principios de siglo XX y me sorprendí de la misma forma que me sorprendí con el anterior post sobre duelos femeninos!
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