lunes, 26 de octubre de 2009

DUELO EN MONTMARTRE

Fue la cuarta una semana de duelos: Antoine de Hautemort e Ignace-Guillaume de la Rue tenían una cuenta de honor pendiente de resolver, y así lo hicieron en un lugar apartado del cementerio de Montmartre. A la voz ritual de "En garde!" que dieron los padrinos, ambos contendientes se batieron durante un breve tiempo; a poco, la sangre empezó a manchar las blusas de ambos; el combate fue igualado, pero la pérdida de sangre afectó en mayor medida a Ignace-Guillaume de la Rue quien cayó inconsciente. Antoine de Hautemort dio inmediatamente por saldado el asunto e incluso ayudó a trasladar al desmayado Ignace-Guillaume de la Rue a recibir los cuidados de un físico.
Pero había más animación en Montmartre ese día: en el otro extremo del cementerio, sentado bajo un árbol, Villiers Daugé de Chevreuse esperaba a sus rivales. El primero en presentarse fue Cristophe Cassave, quien llegó acompañado de uno de los padrinos (Martin du Heyn) además de Charles de Condillac y Joseph de Le Bestier. Esperaron durante un cuarto de hora al otro padrino y, en vista de que no llegaba, se decidió empezar con el duelo oficiando el Coronel de segundo padrino. Monsieur Cassave opuso algún reparo puesto que, según habían decidido la semana anterior mediante su amistoso desafío en la Semana de Esgrima, el que consiguiese más puntos de los dos sería el primero en enfrentarse con Villiers Daugé de Chevreuse, pero al ver que el sol ya asomaba casi totalmente por el horizonte decidió aceptar ser el primero en batirse.
El duelo acabó con un golpe de Villiers, que vio que su oponente se acercaba para entrar en segunda y respondió con un tajo certero que dejó a Cassave con una herida que le impidió continuar.
Mientras luchaban hizo acto de presencia Jean-Luc d'Armand, a toda prisa y musitando una increíble serie de excusas que iban desde un carro que rompió una rueda en la calle por la que él estaba yendo en ese momento, pasando por una mujer cargada de niños que se arrojó (con niños y todo) sobre el caballero gritando "¡Por fin te he encontrado! ¡Nuestros hijos tienen hambre! ¡Vuelve a nuestro hogar!" y cosas así hasta que la dama admitió que se había confundido de caballero, y llegando a la constante irrupción, durante todo el camino, de un lunático que insistía en explicarle al pobre Jean-Luc la forma de construir una máquina para navegar por debajo del mar. Al acabar el primer duelo, Villiers aceptó las excusas con una mueca y un "bah, sumaremos el asuntillo del retraso a la deuda de honor que tenemos pendiente" y el duelo comenzó. No duró mucho, sin embargo, porque una enérgica patada del ágil Villiers tuvo un efecto inesperado hasta para quien la había dado: Jean-Luc d'Armand trastabilló hacia atrás y cayó al suelo, golpeándose la cabeza y quedando inconsciente. Sus padrinos lo retiraron rápidamente y lo llevaron a que fuese debidamente atendido.
Más trágico fue el final del duelo del mismo Villiers con Charles de Condillac. Éste manifestó antes de empezar que el duelo sería a muerte y que no pensaba rendirse ni aceptar rendición, a lo que Villiers, embutido en su negro traje, no respondió, sumido aparentemente en su propia y sombría concentración. Cuando los padrinos dieron la voz de "En Garde!", el ágil Villiers, sin dar apenas muestra de fatiga por los dos duelos que acababa de sostener y vencer, empezó con un asalto a tajo que fue respondido por otro tajo de su contrario. Después de un intercambio de tajos, el maltrecho Condillac, que resistía bravamente a pesar de las heridas sufridas, tuvo la desgracia de cruzarse en un ataque a corta distancia que le supuso encontrarse con un palmo de acero en el abdomen. Cayó muerto Charles de Condillac y Villiers Daugé de Chevreuse, pálido tanto por la pérdida de sangre como por haber matado inesperadamente a su enemigo, tuvo que ser recogido por los dos saltimbanquis que le hacían de padrinos, y apoyado en ellos emprendió el camino de los primeros auxilios. La imagen de los tres hombres alejándose se recortó colina abajo en la mañana, y quedó grabada en la memoria de todos los que asistieron al duelo, más incluso que la del rostro horrorizado de Condillac al ver a la muerte de frente.

5 comentarios:

Diana de Méridor dijo...

Monsieur, que mal lo de la patada, que poco glamour!

Que decia yo, monsieur Armand, que estoy a punto de hacerle un nuevo envio. Tal vez pueda ser esta noche, y si no mañana sin falta.

Feliz comienzo de semana

Bisous

Xibeliuss dijo...

¡Caray con Villiers!

Ccasconm dijo...

Qué cantidad de duelos en un mismo lugar y prácticamente a la misma hora. Y eso que estaban prohibidos...

Y las excusas de Armand, una pena. Peor, cómo se le ocurre. Ni lo que se inventan los niños para no ir a clase, jejeje.

Un beso

Meli dijo...

Armand..
cuanto hace que no subimos nada eh!
Yo estuve sin tiempo..
mucho estudio y cosas para hacer
Asi que respondo a tu pregunta del posteo anterior, la nenita de las fotos soy yo de chiquita y la otra es mi mamá, en una de las dos esta mi hermanito mas chiquito también.
Besos y que tengas un buen domingo
Meli

Graciela Mejía González dijo...

¿Villiers?