Nuevamente gracias al aporte de Diana de Méridor.
Fragmento de la obra Descartes, de Richard Watson:
“El duelo era un juego peligroso. Los reyes y generales lo detestaban porque así perdían a muchos de sus mejores hombres. En Francia, Luis XIII proscribió los duelos definitivamente en 1627, después de que el gran espadachín François de Montmorency, conde de Bouteville, y su primo Rosmaduc, conde de Chapelles, desobedecieron su orden inicial. El 21 de junio de 1627, en París, lucharon contra el marqués de Beauvon y el marqués de Bussy, tres contra tres …, al mediodía en
“¡Un duelo a mediodía! ¡Y con la presencia de todos los cortesanos! Debía de ser emocionante: los combatientes vestidos a la última moda con sus capas, botas y sombreros emplumados, mofándose e insultándose mientras hacían gala de su noble orgullo francés. Y qué manera de desafiar al rey, que a fin de cuentas era sólo otro noble más. Y no tan buen espadachín, llegado el caso.
“En fin, uno no ejecuta a nobles de tan rancia estirpe, pero Luis XIII mandó ajusticiar a Bouteville y Rosmaduc, a pesar de las súplicas de toda la nobleza. Aunque, eso sí, permitió que las familias se llevaran los cuerpos para sepultarlos. Beauvon escapó y recibió el indulto dos años después. Pero las ejecuciones demostraron que Luis XIII se había propuesto abolir esta costumbre tradicional. El rey tenía buenos motivos, en definitiva. Estaba perdiendo demasiados hombres capaces. Cientos de sus mejores lugartenientes morían en duelos todos los años. Bouteville tenía 28 años cuando se le condenó a la pena de muerte. Se inició en los duelos a los 15 años, y había participado en 22. Billy el Niño no superaba a Bouteville, ni en su sangre fría de duelista ni en su gran notoriedad.”
Notas sobre
Desde su conclusión, en 1612,
Está compuesta por 36 pabellones que han conservado su disposición original con soportales y dos pisos, en los que alternan el ladrillo rojo y la piedra blanca, rematados por un tejado de pizarra de fuerte pendiente y buhardillas, patio trasero y jardines ocultos. En resumen, un conjunto comparable a las grandes "plazas mayores" de las ciudades castellanas.
El pabellón del Rey, responde simétricamente al pabellón de
En el centro de la plaza, un simpático jardín público permite aprovechar, en los días de buen tiempo, los rayos del sol... A menos que se prefiera la sombra de los soportales donde de vez en cuando un concierto clásico improvisado atrae a los curiosos, mientras que los escaparates de las galerías de arte o de antigüedades, encantan, chocan o sorprenden a los transeúntes... Algunos de ellos buscan las sombras del pasado que poblaban esta plaza: Madame de Sévigné nació en el nº 1 bis, Théophile Gautier y Alphonse Daudet vivieron en el nº 8, Marion Delorme en el nº 11, Bossuet en el nº 17, Richelieu en el nº 21 ( los dos duelistas pagaron con su vida la insolencia de enfrentarse bajo sus ventanas cuando el cardenal acababa de prohibir los duelos). Y además, Victor Hugo.
En los soportales cercanos están documentados varios duelos de mosqueteros.
Duelo de los Mignons en el mercado de caballos (Actual Place des Vosges)
El 27 de abril de 1578, en el mercado de caballos, actual Plaza de Vosges, tuvo lugar el llamado Duelo de los Mignons, que enfrentó a tres favoritos del rey Enrique III con tres del duque de Guisa. Por parte del rey eran Jacques de Caylus, Louis de Maugiron y Jean d’Arcès. Representando a los Guisa participaron Charles de Balzac, Ribérac y Georges de Schomberg.
Maugiron y Schomberg resultaron muertos en el enfrentamiento. Ribérac murió al mediodía siguiente a consecuencia de las heridas. D’Arcès fue herido en la cabeza y hubo de permanecer en el hospital durante seis semanas. En cuanto a Caylus, recibió nada menos que 19 heridas y falleció tras 33 horas de agonía. Sólo Balzac se libró con sólo un rasguño en el brazo.
Esta absurda pérdida de vidas humanas impresionó fuertemente la imaginación de las gentes. Jean Passerat escribió una elegía sobre el tema, Plaintes de Cléophon. En el tratado político El Teatro de Francia, de 1580 el duelo era recordado como “el día de los cerdos”. Montaigne describió el episodio como “una imagen de cobardía”, y Brantôme lo relacionaba con la deplorable expansión de los modales italianos y gascones en la corte de Enrique III.
El incidente empeoró considerablemente las ya malas relaciones entre el rey y el duque de Guisa.
Monsieur Dubois, veo que sigue usted batiendose. Es insaciable!
ResponderEliminarNo me extraña que haya acumulado usted tantas heridas. Su cuerpo es como un campo de batalla!
Yo actualmente he dejado la place royale para ocuparme de menesteres mas dulces y amorosos, pero volvera la violencia, volvera. Hay una revolucion en marcha, ya sabe.
Bisous, monsieur
Diana de Méridor
Normal que las autoridades intentaran prohibirlos, pero... ¿instinto atávico?
ResponderEliminarMuy interesante tu blog. Me ha encantado leer esas historias de duelos donde tanta sangre era derramada. Ahora están muy de moda los duelos verbales entre la clase dominante y no matan, pero hieren al pueblo. Un abrazo grande y Felicitaciones. Acá se aprende y se reflexiona.
ResponderEliminarmuchas gracias por las intervenciones. Le iré consultando Mme sobre la Place Royal mas adelante.
ResponderEliminarGracias también Alma, la verdad que no se que era mas nocivo, si aquellos duelos frente a frente o el cumulo de traiciones de ésta época.
Caballero:
ResponderEliminarMe habéis hecho recordar que aquí en Buenos Aires, ha habido unos cuantos duelos famosos, sobre todo a finales del siglo XIX,quese mantenían ocultos por pertenecer los implicados en ellos a la alta sociedad porteña.
Y habéis nombrado a mi muy apreciado Alphonse Daudet,el autor de Lettres de mon moulin,elprimer libro y uno de los pocos que he podido leer entreramente en francés, y al que he disfrutado en toda su belleza.
Os saluda
Doña Guiomar de Ulloa
Monsieur, tiene usted un premio aguardando a que venga a recogerlo.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Guiomar, es verdad lo que dice, de hecho acabo de leer Honor y Duelo en la Argentina Moderna, de Sandra Gayol, lo conoce?????
ResponderEliminarGracias Mme Diana, iré a recogerlo a la brevedad.
Qué sangre fría la de esos hombres que morían por cosas que ahora consideraríamos triviales, pero que entonces eran motivo de ofensa mortal hacia su orgullo y su honor.
ResponderEliminarValentía, astucia, habilidad, sangre fría, una pizca de locura y mucha, mucha chulería, caracterísitcas básicas de cualquier duelista que se preciase, además de pundonor y elegancia, claro.
Saludos
Como estas Armand? tanto tiempo
ResponderEliminarcon tanto estudio muchas veces no tengo tiempo de subir ni de firmar,pero aqui estoy deseando que te encuentres bien,un cariñoso saludo para vos.
¡Qué interesante relato! Pero sobre todo, por deformación profesional, me han encantado las imágenes. ¡Muy buen trabajo!
ResponderEliminaruna beuna informacion sobre este tipo de duelos sabes pienso que es una buena manera de devatirse jajaj son erores las de nuestra epoca ,,, relamente ...besos y saludos fraternales ha sido un gusto leerte muy bueno tu trabajo
ResponderEliminarGracias por los comentarios. Es en resumen lo que todos pensamos, algo que vemos como extraño en esta época, pero que interesante verlo desde la optica de la historia en su contexto.
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